Un día llegó a mi casa un regalo: una bolita negra con patitas blancas. Tan diminuta que parecía un juguete. Desde ese día conozco lo más cercano al perfecto amor.
Es tan grande ese amor que quiero plasmarla en mis ojos y admirarla cada vez que se me antoje. Quiero exhibirla al mundo. Que todos sepan el valor que una criatura así puede tener en mi vida. Que su ternura dure para siempre.
¿Quieres lo mismo con tu amor de cuatro patas?